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Seguimos con «El mueble en primer plano» y continuamos la historia con «El perro del hortelano» (podéis investigar un poco más en otro post anterior sobre mueble y cine aquí).  Nos centraremos ahora en las dos sillas protagonistas de la función, cuya semántica en el film es bastante suculenta, o al menos, a nosotros nos lo parece.

La silla-trono.

La primera en aparecer es la silla-trono. La silla barroca dorada y mayestática que ensalza los poderes de Diana de Belflor (Emma Suárez), es la base que sustenta su faceta autoritaria, y señorial.

El poder femenino en la comedia nueva de Lope situa al personaje en un estrato diferente al que la mujer real se inscribe en ese momento.Cada vez que Diana aparece sentada en este trono, se convierte en una especie de reina, diosa o ser superior. La luz y el vestuario refuerzan esa visión de poder que tenemos de ella. El resto de personajes siempre se mueven en una altura física inferior cuando ella está en la silla, puesto que para resaltar aún más la excelencia del personaje, se ha colocado de forma elevada sobre unos escalones. Quizás sea esto lo que nos recuerda figuras de vírgenes entronizadas con un aura de pureza extraterrenal inalcanzable. El nombre Diana se asocia también con la mujer virginal en la mitología griega, hecho que refuerza aún más nuestra teoría.

La silla-trono (o sillón) que aparece sea probablemente una licencia de la dirección artística. Puede ser perfectamente una pieza del XVII, italiana, quizás veneciana o napolitana (por algo la acción se desarrolla en Nápoles), aunque no sabemos con exactitud su procedencia ni su datación. El trono es una silla de mayor tamaño que la silla normal, para evidenciar el poder del que se sienta en él y dotarle de cualidades espirituales diferentes y superiores a las de los mortales, simbolizando el poder de Dios en la tierra a través del soberano.

A partir del siglo XVI se enriquece con dorados y materiales ricamente trabajados con toda clase de filigranas. El tapizado también exige a partir de entonces suntuosas telas y brocados. Destacamos algunos ejemplos de tronos míticos, por orden de arriba a abajo y de izquierda a derecha: el trono de Carlomagno en la Capilla Palatina de Aquisgrán, hecho en mármol; el de Iván el Terrible, en marfil; el de Cristina de Suecia, en plata de maciza y el de Christian VI de Dinamarca en el mismo material. Para quien quiera saber un poco más, de asientos reales, os dejamos el link de la exposición en Versalles Trônes en Majesté.

Volviendo al tema que nos ocupa, para mostar otros de los simbolismos de poder de la silla trono, diremos que ningún otro personaje se sienta en ella, es más, cuando se acercan siempre lo hacen a un nivel inferior, como en esta escena, donde Teodoro coquetea con Marcela a los pies de la silla, en un doble gesto de traición: el obvio que vemos y el implícito, por mostrar su amor a otra mujer,  a los pies del trono de su dueña.

La silla de andas.

El personaje de Diana exhibe su lado femenino más débil: inconstancia, nerviosismo y volubilidad. Aquí Lope de Vega deja ceder el personaje fuerte que se describe en un principio y lo torna en un frágil espécimen al gusto de la época, que cumple todos los tópicos femeninos. Diana trae de cabeza un nutrido grupo de sirvientes, para establecer el lugar donde va a sentarse.

Esta silla portátil conocida también como silla de manos, tiene su origen en la lectica or «sella»  romana que se usaba para transportar a los nobles patricios. Derivó con el paso de los años en la silla de manos cubierta (sedán) a partir del siglo XVI y está emparentada con los palanquines orientales. Un ejemplo que se puede ver en directo es la silla de manos de Felipe II en el monasterio del Escorial.

En la película, la silla no tiene uso de transporte. Diana sólo se sienta en ella cuando la silla está el suelo. Debemos indicar que la casa española de la época era austera y disponía de poco mobiliario, por este motivo algunos muebles tenían esta función portátil. Así vemos como la silla se usa tanto en exterior como en interior en diversas localizaciones.

Aprovechando este capítulo, mencionaremos también el saber y el buen gusto de la dirección artística de Felix Murcia combinada con la magistral fotografía de Javier Agirresarobe, en la composición de cada plano. Como muestra, este fotograma donde Las Meninas asoman como referencia.

En breve, os presentaremos la tercera parte de este acercamiento al mueble con “El perro del hortelano», con el bargueño. Orígenes, tipologías y estilos de este peculiar mueble que abarca más de 500 años de historia.