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Taller y medio

~ Restauración de muebles, transformaciones, imaginación y lo que venga.

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Orgullo, prejuicios, sentido y sensibilidad. El mueble inlgés a través del cine. Parte I.

23 jueves Ago 2012

Posted by lachisterademarlene in El mueble en primer plano

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Adam Style, barroco, Barry Lyndon, british style, chinoiserie, Chippendale, cine y mueble, english furniture, estilo inglés, estilo reina Ana, Hepplewhite, Jane Austen, luis XV, mueble inglés, queen anne, reina Ana, rococó, Sheraton, victoriano

Como si de una hazaña imperialista se tratara, vamos a tratar de abarcar dos siglos de historia a través del ojo cinematográfico, de todo el mobiliario que la blanca Albión fue sembrando desde 1700 hasta el final del período victoriano. Como podréis imaginar, el campo fílmico es abundante y variado, aunque reina de forma indiscutible, el mundo Jean Austen y sus alrededores. No afiléis los colmillos todavía, puesto que antes de llegar al señorío del romanticismo, tenemos otras frutas más ácidas y salvajes que probar.

El reto: después de leer este post y el siguiente, os invitamos a identificar los muebles que aparecen en cada fotograma. Pincha en la imagen para ampliar.

El estilo Reina Ana.

En los albores del siglo XVIII asistimos al nacimiento del estilo Reina Ana, deudor de nombre de la misma reina que sirvió a Inglaterra desde 1702 hasta 1714. Dicho estilo sentaría las bases para el posterior período Georgiano y corre en paralelo al barroco tardío que dominaba en europa. De hecho, algunos autores denominan este estilo como «Late Baroque». En Francia, nos encontramos en los últimos años del reinado de Luis XIV, el cual pasó a mejor estado en 1715, dando paso al período de la Regencia. Para aclarar un poco la ordenación cronológica de los estilos ingleses, dejamos un cuadro, que esperamos sea explicativo. Y si no ya lo iremos desmenuzando poco a poco.

Volviendo al estilo Reina Ana, nos encontramos con muebles sobrios y elegantes que aúnan pinceladas hermanadas con el rococó, como la pata cabriolé, con líneas y decoraciones más sencillas. Este tipo de mobiliario era el usado en las casas de campo de los nobles ingleses, cuya vida social se había adaptado mejor a las mansiones y castillos de la campiña inglesa que a la corte urbana -a quién no le gusta tener un chalet en el campo, sobre todo si disfrutas de 1000 metros cuadrados de mansión y unas cuantas hectáreas de jardín-. Y por primera vez, se empezó a mostrar interés por la decoración, hasta el punto que los propios arquitectos realizaban proyectos completos que incluían el diseño de interiores y los propios muebles.

Fotos de The Red List, FanPop y fondos propios.

El mueble más característico del estilo Reina Ana es la silla de comedor con respaldo curvo y pala central. Las patas cabriolé rematadas en bola, garra, rodete o pata de león, a menudo se decoraban también en la parte superior con conchas o cabezas de animales. De esta silla, derivan los sillones del mismo estilo con brazos curvos. Hasta 1720 el mueble inglés fue realizado en nogal, pero empezó a escasear y a partir de esa fecha y con la abolición de los impuestos a las exportaciones de madera de las colonias, la caoba se introdujo en Inglaterra como el material por excelencia en la realización de muebles. Bella y resistente, este tipo de madera era ideal para tallas elaboradas.

Sillas Reina Ana. Fuente: Stenton.

En segundo plano el armchair Reina Ana con tapicería bordada en lana. En primer plano el sillón de orejas con tapicería de seda. Fuentes: Richard Rothstein y Live Auctioneers.

En la siguiente imagen podemos observar diferentes ejemplos de asientos Reina Ana en películas de ambientación histórica. Un sillón de orejas que sirve a la cogorza mayor de un desolado Barry Lyndon, diversas sillas de respaldo curvo para sostener las pesadumbres de Elinor Dashwood (Emma Thompson) y las tensas sobremesas de la familia postiza de Becky Sharp (Reese Witherspoon) en «Vanity Fair». Observando la ambientación de todos estos films de ambientación british, vemos como cada casa acumula todo el sabor de los años anteriores, por eso no es raro que convivan en el misma mansión diferentes estilos: una silla reina Ana en el despacho y un comedor con sillas Chippendale. La herencia, sin duda, es algo que se valora.

De izquierda a derecha y de arriba a abajo, fotogramas de Barry Lyndon, Mansfield park, Sense and Sensibility, Mansfield Park, Emma, Sense anad Sensibility y Vanity Fair.

Seguimos con el resto de piezas más emblemáticas de este estilo, y destacamos la Tilt Top Table o mesa abatible, que lo mismo vale para el té de las cinco, para una partida de Whist -el padre del Bridge- o como pantalla de chimenea. Este tipo de mesa es muy común durante el siglo XVIII y las encontramos en diferentes tamaños, algunos tan grandes, que incluso se usan como mesa de comedor hasta para ocho comensales.

Mesa abatible de tapa redonda. En el detalle, podemos observar el mecanismo. Fuente: Wakefield Scearce.

En el inventario de la época, podemos incluir otras mesas plegables con dos hojas abatibles, la cómoda y la doble cómoda, el bureau con tapa abatible, las mesas de juego y el tocador.

Fuente: Cottone Auctions.

Cómoda de nogal de 1705 estilo Reina Ana, disponible por valor de 21.000 libras en Richard Gardner. Diréis que es caro, pero aguantar así de flamante más de 300 años tiene su valor.

La mesa multifunción: ideal para servir el té y para la partida de cartas. Fuente: Live Auctioneers y Gary Sullivan.

De arriba a abajo y de izquierda a derecha, mesa de juego cuadrada en Barry Lyndon, mesa de comedor plegable en Sentido y Sensibilidad, mesa abatible con trípode y mesa de juegos plegable en Mansfiekd Park.

Doble cómoda con tapa en la parte superior, realizada en nogal. En otras combinaciones, las podemos encontrar con cajones vistos en la parte superior. Fuente: Van Nie.

Bureau de nogal con tapa abatible que nos muestra la distribución de cajones y apartados para la escritura y correspondencia. Fuente: Millington Adams.

Raro ejemplo de tocador estilo reina Ana, realizado en arce atigrado y de origen americano. Fuente: Gary Sullivan.

Si bien en otras ocasiones, la película tratada era un muestrario del estilo que tocábamos, esta vez no es el caso. Lo cuál complica más guiar al ojo a la hora de ver un film de estas características. Por eso, haremos algunas recomendaciones cinéfilas para aquellos que sientan la imperiosa necesidad de zambullirse en los «period films» más british de los últimos años. Y por empezar, lo hacemos con la más antigua de las películas visitadas: Barry Lyndon.

Basada en la novela de William Makepeace Thackeray, el film de Kubrick, estrenado en 1975, sigue siendo una obra maestra en el tratamiento fotográfico. Rodada íntegramente con luz natural en los exteriores y velas en el interior, desafió la paciencia de los actores que debieron sudar la gota gorda embutidos en el vestuario de época, maquillados por Agromán y con doscientas velas apuntándoles a la pupila. Si a alguien le parece que a veces Ryan O’Neil y Marisa Berenson padecen de ataraxia, que no se equivoque, puesto que, debido a la maravillosa apertura de diafragma de la cámara usada 0,7, apenas si se podían mover. Cosas del genio. Al margen de los sufrimientos del cast, el resultado es un cuadro por fotograma.

Más fotogramas en Scott Chandler.

La dirección artística de la película nos obsequia con diferentes estilos a lo largo de los 183 minutos. Reina Ana, Chippendale, Luis XV, e incluso mobiliario inglés anterior al XVIII. Un reto para quién desee hacer el catálogo de mobiliario de todo el film.

Aunque el estilo Reina seguirá de moda, tiempo después de la muerte de la monarca y tendrá gran difusión en las colonias Americanas, las veleidades del gusto se encargan de traer el perfume del rococó hasta las islas. Eso sí, el filtro de exigencia y patriotismo que los británicos le ponen a todo, hace que los excesos del estilo se moderen y se genere un estilo muy distinto al francés. Sólo se ven algunos ejemplos de locura y rocaille en casos excepcionales como los de los tallistas Matthias Lock y Thomas Johnson. Casi como primos hermanos ambos diseñadores desarrollaron un gusto exacerbado por el barroco dotándolo de elementos orientales y fantasías animales de todo tipo.

De arriba a abajo y de izquierda a dcha.: Johnson, Espejos de Lock, rocaille y espejo de Johnson, mesa de Lock y diseño de Johnson. Fuentes: Metropolitan Museum, Wikipedia, Rait Antiques.

El estilo Chippendale.

Pero el verdadero triunfador a partir de mediados del siglo XVIII es Thomas Chippendale, cuyo apellido gracias también a la colaboración de su hijo, se extendería hasta casi el siglo XIX. Diseñador, ebanista y comerciante, Chippendale creo un estilo propio con dosis de otros muchos. Su tienda de Londres abastecía a las clases acomodadas de la ciudad, no sólo de muebles, también instalaban cortinas, empapelaban paredes y funcionaba casi como un moderno estudio de interiorismo. En 1754 publica The Gentleman and cabinet-maker’s director, el primer catálogo de muebles de la época, realizado como publicidad y convertido en biblia de comerciantes y diseñadores.

Se puede disfrutar del catálogo completo en la Biblioteca virtual de Patrimonio Bibliográfico.

De este estilo, podremos encontrar numerosas variantes evolucionadas de la silla reina Ana, con más o menos ornamentación, y como novedad, cierta inspiración oriental en las decoraciones.

La pala central del estilo Reina Ana se estiliza y se cala con elegantes formas de celosía. La pata cabriolé se mantiene. Fuente Old Plank Road.

Fuente Alden Parkes.

De arriba a abajo sillas Chippendale en La joven Victoria, Emma y Sentido Sensibilidad.

Las influencias orientales y góticas se dejaron notar también, en los modelos Chippendale, que no ajeno a los gustos del imperio, incorporó elementos chinescos en algunas de sus creaciones, no sólo en sillas como veremos más adelante. Por eso es normal encontrar en los muebles de la época motivos chinos como pagodas, dragones o miniaturas de estilo asiático.

En estas piezas se añade además la imitación a la caña de bambú en las patas. Fuente Feel The Home.

Respaldo en tela de araña y remate con techo de pagoda para estas dos sillas de brazos de estilo Chippendale. Fuente Masterart.

Más Chippendale de secundario: Arriba detalle de Sentido y Sensibilidad, en el medio sillas de estilo oriental en el mismo film. Abajo, Barry Lyndon.

En la variedad estaba el gusto, al menos para el señor Chippendale. Orientalismos, inspiración gótica y clásicos que nunca mueren. Fuentes: Susan Silver, V&A, Ziereing, Millington Adams.

Además del extenso catálogo de sillas que Chippendale fabricó a lo largo de más de 50 años, hubo otros muebles emblemáticos de la casa, donde el influjo de oriente se impuso, en ocasiones hasta el exceso.

En esta excepcional auxiliar, podemos ver la exquisita talla que sólo la dureza y flexibilidad de la caoba, permite. Fuente: Master Art.

El gusto por la chinoiserie se potencia durante el siglo XVIII, como ya vimos en algunos ejemplos del estilo Luis XV. Policromías o taraceas sirven de método a exquisitas representaciones de motivos orientales. En el caso de los aparadores o cabinet chippendale que vemos más abajo, el orientalismo viene dado por las formas de pagoda y las celosías de los cristales.

Esta esplendida pieza es el Cabinet Kenure. En la imagen, lo vemos preparándose para subasta, listo para alcanzar los 4 millones de euros y colocarse como la pieza de mobiliario inglés más cara de todos los tiempos. Fuente: Sulekha.

Otro delicado ejemplo del mismo estilo. Caoba, circa 1750. Fuente: The David Collection.

Los excesos del rococó se sienten. Fuente: Study Blue.

Hacemos una pequeña parada, para que podáis digerir toda la información con tranquilidad y volveremos en el siguiente post con los hermanos Adam y el neoclasicismo reflejado en su estilo y el de George Hepplewhite y Thomas Sheraton. para ir ambientándose, un visionado a la almibarada comedia romántica de Jean Austen, Orgullo y Prejuicio, en la versión de Joe Wright de 2005, protagonizada por Keira Knightley y su perpetuo fruncido de labios decimonónico.

See you later.

Bibiografía: Historia dibujada del mueble occidental de Phyllis Bennett Oates.

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El estilo Luis XV. Intrigas de salón con «Las amistades peligrosas».

24 sábado Mar 2012

Posted by lachisterademarlene in El mueble en primer plano

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Seguimos con nuestra sección «El mueble en primer plano», y cambiamos de siglo y país. Le Bien-Aimé, fue rey de Francia y de Navarra entre los años 1715 y 1774. Casi 60 años, que nos han dejado en herencia, además de un estilo que se resiste a morir, usos y costumbres que conforman la casa tal y como hoy la conocemos.

Luis XV por Maurice Quentin de La Tour.

Esta época de la historia, tan exquisitamente reflejada en «Las amistades peligrosas», fue un tiempo feliz (para los pudientes, está claro), donde el espíritu del confort y la cultura de salón florecieron con inusitado vigor. El salón, centro neurálgico de la casa, se convirtió también, en el centro del siglo. En él, se tomó la Ilustración con té y macarrons, igual que la revolución con petit choux. Así, en el film de Stephen Frears, basado en la novela de Chordelos de Laclos, este espacio es el epicentro de la argucia, la maldad y el cinismo sublimados, representados en los personajes de la marquesa de Mertueil y el vizconde de Valmont. Sin duda, el tema de la novela se aleja de los salones intelectuales del siglo, aunque no por eso le vamos a quitar mérito a los alambicados subterfugios de la trama.

Rousseau, Voltaire, Diderot, D'Alambert le dan color a la fiesta.

La marquesa de Merteuil en plena estrategia.

No queremos comparar el personaje de Glenn Close con las míticas «salonnières». Julie de Lespinasse, Madame Du Deffand o Madame Geoffrin, sólo por citar algunas, le dieron brillo a la cultura, hasta deslumbrar, codeándose con los escritores, políticos e intelectuales de más altura. Hicieron de del salón un entorno de libertad absoluta, donde las ideas y el lenguaje refinado volaban sobre la cabeza de los asistentes.

Madame Du Deffand, Madame Geoffrin y Julie de Lespinasse.

El origen de estos salones tiene lugar en el siglo XVI, pero es en el siglo XVIII cuando adquieren toda su relevancia. Se convierten en el espacio de libertad femenina, donde todas las convenciones sociales quedan fueran y preparan el camino para la liberación de la mujer. El salón tiene como norma la libertad de expresión, la usual intervención de un «estrella del momento», los asiduos y una moderadora femenina. La conversación es refinada y la agitación intelectual es el plato principal. Su práctica ocupa todo el siglo y todos ellos actúan como pequeñas reservas del matriarcado donde se discuten las ideas de la ilustración, la literatura y las ciencias. Cualquier norma moral o religiosa queda fuera de los salones, de ahí que en países muy creyentes o de moral estricta, los salones no existieran.

Recreación decimonónica del típico salón Luis XV.

Volviendo al film propiamente dicho, la presencia de mueble rococó es muy abundante y variada. Y nada parece hecho al azar. El diseño de producción pensó en todos los detalles y podemos observar como la casa de campo de la tía de Valmont, Madame de Rosemonde, representa un estilo más anticuado, supuestamente más ad hoc para la anciana dama que la habita. Veremos muebles de estilo Luis XIV en la parte del salón y otros, Luis XV en la galería.

En el salón de París de la marquesa, el mueble es lujoso y plenamente rococó. Fauteil à la reine, mesas axuiliares, bureau plat, canapé, chaise en courant, aparecen de forma continua, al igual que en la casa del soltero de oro. Para el espacio de Madame de Tourvel, se reservan muebles más sobrios acordes con el nivel social del personaje, pero también Luis XV, con profusión asientos con rejilla y como nota curiosa un fauteuil bureau.

El cuerpo narrativo de la película tiene una clara estructura teatral, no es vano es una adaptación de la obra de teatro del mismo autor del guión, Christopher Hampton, que resume en dos horas de metraje un cuerpo epistolar hierático, dándole vigor y ritmo a la historia. Los actos o el planteamiento nudo y desenlace fluyen en un inevitable camino hacia el drama final y a la vez se reflejan en los espacios de la casa. De esta forma, el salón es siempre el punto para plantear la argucia, el despacho funciona como base de la estrategia y el dormitorio nos sirve el resultado final. Aunque a veces este último se mezcla con el primero y ya no sabemos distinguir entre lecho y escritorio.

El hecho de que la novela sea epistolar, provoca una continua sucesión de escenas donde las misivas vuelan de plano en plano. Este hecho nos evocaba una avanzada red social, que de haber existido tal y como hoy la conocemos hubiera supuesto muchas más maniobras y tretas para su protagonistas. No nos cuesta imaginar un whatsApp llegando al iPhone de Cecile con un gran OMG, cada vez que Valmont le pasa un mensaje, ni la cara de la marquesa de Merteuil leyendo en su portátil los mails del susodicho, ni tampoco los tweets de la sociedad parisina con el trending topic del momento #duelovalmont. Vaya una pequeña broma para reforzar la idea de lo antigua que es la red.

El salón.

Al margen de su valor cultural o social, el salón es también la comodidad -la vida relajada. Y en este siglo es cuando se culminan todos los elementos que hacen nuestra vida más agradable en este sentido. La silla, el sillón, la chaise longe o el sofá, toman cuerpo en el XVIII y es el momento en que se fija la distribución de los apartamentos, distinguiendo, por ejemplo, entre la alcoba, el salón, la antecámara y un sinfín de pequeñas habitaciones como el boudoir, el cabinet de travail o despacho, el comedor con sus muebles específicos e incluso, en algunas viviendas, hasta el cuarto de baño.

Para dejar clara la referencia del momento rococó os dejamos un cuadro de evolución de los estilos franceses, representados en la patas de los muebles y el elemento favorito de ebanistas y clientes: el rocaille (viejo conocido nuestro en este post).

El galbo (perfil) se hace más estilizado durante el rococó y las patas se rematan con un "cabochon" o adorno.

La rocaille o rocalla son estas formas sinuosas y orgánicas que se usan en la decoración de los muebles. Se inspiran en piedras de la naturaleza y ciertas formas de conchas. Su nombre dio origen a la palabra rococó (mitad rocaille, mitad coquille -concha marina-) y fue el término peyorativo usado por los neoclásicos para denostar el en que su tiempo fue llamado "del gusto moderno. La moda es así, efímera.

El mobiliario de asiento evoluciona hacia estructuras más confortables y cómodas durante el reinado de Luis XV. A diferencia del estilo anterior -Luis XIV-, en el siglo XVIII, la tapicería es más rica, la línea se hace más ligera y voluptuosa, la profusión de relieves, bronces y detalles se acentúa. No olvidemos que es el momento del lujo, la fiesta y el placer como protagonistas, por eso la nueva moda es cómplice de los gustos sociales.

De Luis XIV a Luis XV.

La variedad de modelos para descargar el peso del cuerpo, no deja de asombrarnos, por la cantidad de asientos diferentes, pero se observan dos categorías principales: la siège meublant à la reine y la siège en courant o en cabriolet. La siège en cabriolet o en courant, se diferencia de la siége à la reine por su respaldo y utitilidad. Mientras que las primeras tiene un respaldo plano y se sitúan contra las paredes de la sala, haciendo juego incluso con los motivos de la pared y boiseries, las en courant tiene el respaldo curvo, lo cual las hace más confortables. Se colocan en el centro de la habitación o donde manden las exigencias.

Dos fauteuil à la reine. En la tapicería, las fabulas de la Fontaine, trending topic de la época. Fuente Kollenburg Antiquairs.

Valmont en un fauteuil à la reine, llama la atención de la marquesa para que se ponga "cómoda".

La siège en cabriolet o courant.

A partir de esta gran división se inventan infinidad de tipos adaptados a la misma mínima necesidad. Los sillones grandes o bergères se convierten en de commodité para enfermos, en tete-á-tete para acoger a dos personas. La chauffeuse es una silla baja para calentarse junto a la chimenea y la chaise-longue o duchesse permite estirar las piernas. Se extienden los modelos de canapés o divanes y hasta se crea la voyeuse, con la parte alta del respaldo aplanado y acolchado especialmente pensado para que se apoyen los espectadores del juego cómodamente sentados sin incordiar durante la partida.

El canapé. Fuente Luc Perron.

De pettit point, bicolor o de brocados en seda, las opciones son miles para el rey del salón.

Dentro del universo lit de repos,la variantes son muchas y los expertos no se ponen de acuerdo en muchas ocasiones. Sin ir más lejos, las diferencias entre chaise longue, duchesse y lit de repos no están demasiado claras. Mientras algunos sugieren que la duchesse es el nombre antiguo para la chaise longue, otros se desmarcan con lo contrario y citan la duchesse como un estilo de chaise longue nacido en el reinado de Luis XV. En cuanto a la categoría lit de repos, podríamos incluir todas las variantes (chaise longe, duchesse, duchesse brisée etc) en ella sin equivocarnos. Los largos varían entre unas y otras, y mientras que en la duchesse el respaldo es curvo, en la chaise longue es plano.

Chaise longue en bateau de rejilla en los aposentos de Madame de Volangues.

La chaise longue. Fuente French Accent.

La duchesse. Fuente Paulina Ballesty.

La duchesse brisée. Brisée quiere decir partida. En algunos casos está formada por dos piezas, y en otros por tres (la bergère, le tabouret y le bout de pied). Fuente Antiques.com

La bèrgere. Fuente Proantic.

Bergère Marquise. La moda de la ampulosa crinolina o miriñaque, obliga a los ebanistas a inventar sillones apropiados a la tendencia. Fuente Moissonier.

El Ottomane. Un sillón bajo con el respaldo curvo para evitar las insidiosas corrientes de las grandes casas. Fuente Confort Decor.

La voyeuse.

Este ejemplo, cuenta por si mismo la intensidad de la especialización en el confort. La voyeuse o ponteuse fue creada para aquellos asistentes de la velada que querían contemplar la acción en la mesa de juegos. Así pues, los jugadores usaban chaise en courant y los «mirones» (voyeurs) la voyeuse.

Los muebles auxiliares.

Dentro del salón y también fuera de él, se usan muebles comodín que lo mismo valen para un té con pastas que para poner un jarrón. Existen también muchas pequeñas mesas para diversos usos: el bonheur du jour -mesita para escribir con un segundo cuerpo-, para tomar café, de juego, de chevet -mesilla de noche-, en chiffonniére -pequeño escritorio. A veces algunas son à la Tronchin, con tapa abatible para escribir.

La table à écrire. A la izquierda, mesa de Jean-François Œben, fuente Paris. fr. A la derecha mesa de Léonard Boudin fuente Paris.fr.

Table à jeux. Fuente Proantic.

Mesas auxiliares con marquetería y bronces dorados. Fuente Expertissim.

La consola es mueble decorativo profusamente decorado con rocaille, patas de bronce y tapa de mármol. Evoluciona de formas más pesadas de la época de Luis XIV a una representación más ligera y elaborada en el estilo rococó.

Consola Luis XIV. Fuente Museo de Artes Decorativas de París.

Consola Luis XV. Fuente Kollenburg.

Hacemos una parada en este punto y os invitamos a seguir con la segunda parte de este post la semana que viene, antes de que llegue Robespierre y nos desmonte la casa. El comedor, el despacho y el dormitorio nos esperan, además de los secretos de los ebanistas y las técnicas decorativas más usadas.

À bientôt

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Mueble español de los siglos XVI-XVII.

06 domingo Nov 2011

Posted by lachisterademarlene in El mueble en primer plano

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"siglo de oro", arca, arca de novia, baldaquín, banco prismático, bargueño, bargueño de salamanca, cine y mueble, duque de alba, escritorio papelera, jamuga, marquetería, mesa con fiadores de hierro, mobiliario de asiento, mobiliario de guardar, mueble español siglo XVI, mueble español siglo XVII, silla de caderas, sillón frailero, taracea

Después de dos posts hablando sobre «El perro del hortelano» y las connotaciones artísticas y cinematográficas, toca profundizar en el mueble per se. Valga este nuevo post para mostrar un selecto catálogo de mobiliario de los siglos XVI y XVII, de forma que todos nos hagamos una idea de la tendencia en interiores, en el Siglo de Oro. Como broma, unas páginas al estilo IKEA, ambientadas en cuadros holandeses del mismo periodo. Nos hemos permitido esta licencia extranjera, puesto que en aquel momento, era España la que marcaba la moda, al ritmo del Duque de Alba (si no que le pregunten a los holandeses, que en vez de decirle a los niños que venía el coco, les amezaban con el señor don Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel).

Pieter de Hooch, "La habitación" 1660.

La transición de la edad Media al Renacimiento va descubriendo poco a poco nuevas técnicas, que van enriqueciendo el mobiliario hasta llegar al manierismo y la época barroca. Pasamos de casas y palacios prácticamente vacíos, a un lujo suntuoso en un par de siglos. La política y las costumbres sociales de estos 200 años van a marcar esa evolución, de espartano a ostentoso, sin lugar  a dudas. El imperio español de los siglo XVI y XVII va a determinar toda la esfera política y, de paso, la tendencia en «decoración».

Los Austrias. El imperio marca la historia y la tendencia.

Tendencias en el siglo XVI. El nogal es la madera mas apreciada. Las estructuras dividen sus frentes en pequeños tableros con fuertes secciones rectas, primero y mixtilíneas más adelante, con un sistema compartimentado creado por la lacería árabe y que da origen al mueble cuarterones, hablando claro: el típico mueble castellano de casetones. Las tallas son básicas al principio y a medida que avanza el siglo se perfeccionan y se añade policromado y estuco. La taracea (en árabe tarsi, que quiere decir incrustación) y la marquetería (del catalán de la palabra marquet, que se refiere tanto a la pieza a incrustar como el martillo utilizado a tal fin) se imponen.

Tendencias en el siglo XVII. El nogal sigue siendo la madera mas apreciada, El pino y el roble se reservan para muebles que exigen duras prestaciones. Los inventarios de las casas ricas dan noticias de la importancia de materiales como el ébano, marfil, concha, maderas de palo de santo o palo de rosa, traídos en ingentes cantidades de las Indias occidentales (tener un Imperio se nota). En este siglo se reafirman las tradiciones y hay un resurgimiento del mudéjar como valor nacional. Cuando no se pueden emplear materiales ricos se vuelven los ojos a la taracea, a los cueros o a la pintura como elemento decorativo. Se siguen utilizando el hierro dorado o pavonado que será pronto sustituido por bronce o latón.

Los «must».

Hay que destacar ciertos imprescindibles: el arca, el escritorio, el bargueño, la papelera, el mobiliario de asiento, la mesa y la cama.

El arca, que adopta la longitud del sarcófago (se hace más larga que la caja prismática medieval), evoluciona de formas simples y sencillas hacia volúmenes más ligeros y detalles más ricos.

De izda. a dcha. y de arriba a abajo: 3 arcas del s. XVI y una del s. XVII.

Arca de novia s. XV. Para el novio, se destinaba el armario.

Dentro del mobiliario de guardar, encontramos tres categorías diferentes: el escritorio, el bargueño y al papelera. Del primero encontramos numerosos ejemplos en el mobiliario de estrado, -llamados escritorillos por su tamaño pequeño-, que se usaban para guardar joyas, elementos de costura y otros enseres del ámbito femenino. Podéis ver más contenidos sobre el estrado en nuestro post sobre cine y mueble «Asuntos de estrado».

Mujer leyendo, de Pieter Janssens Elinga, 1660.

Escritorillos de los siglos XVI y XVII.

El escritorio  y el bargueño se instauran en el siglo XVI como el mueble estrella. La diferencia entre el primero y el segundo es la decoración interior. El bargueño típicamente español muestra separaciones entre puertas y cajones con columnillas y pilastras; en ocasiones está  policromado, tallado y/o dorado. Tanto uno como otro se pueden apoyar sobre taquillón, fiadores de hierro o pie de puente. Aunque todo esto depende mucho del experto al que se le pregunte.

El armario de la ropa blanca, de Pieter de Hooch, 1665. Y el bargueño de Salamanca.

Bargueños, guardianes de secretos...

....y escritorios igualmente confidentes.

La papelera se distingue de los anteriores por ser posterior (siglo XVII) y reposar su cuerpo sobre 4 patas torneadas. Reduce su esquema compositivo a una fachada frontal,  flanqueada por 2 filas de cajones.  Las columnas, frontones y entablamentos se superponen sobre el plano de fondo como si de un retablo se tratase. Son muchas las que se conservan por lo que se cree que se fabricaron de modo industrial en toda España sobre todo las que llevan en el frente una finas líneas de latón  o bronce dorado formando círculos incrustados en el ébano a modo de molduras que enmarcan las placas de carey. Coronando el mueble se coloca una balaustrada también dorada rematada por jarrones o figuras que acentúan su aspecto arquitectónico.

Papelera s. XVIII, a imitación del modelo del mismo tipo del s.XVII.

Dentro del mobiliario de asiento destacamos la jamuga o silla de caderas. Es de origen nazarí y solía fabricarse con el asiento de cuero repujado. Con el tiempo se tapizó en terciopelo. La estructura es de madera con profusión de taracea. Son plegables y fáciles de transportar. Los bancos prismáticos (con cajón debajo del asiento) se siguen usando y  aparecen en el siglo XVI,  los bancos de zaguán de respaldo bajo muy abatible unido al asiento, algunos tallados, pintados o taraceados.

Interior con Pintor, Dama Leyendo y Sirvienta Limpiando de Pieter Janssens Elinga 1638.

Banco prismático y banco de zaguán.

La mesa se va asegurando sobre cuatro patas aseguradas por chambranas. Casi siempre son de nogal  y el tablero tiene un grosor  tableros de 5 ó 6 cm. Existe también la mesa bufete: mesa de patas inclinadas con fiadores de hierro y cajones simulados. Como bello ejemplo dejamos esta página de la revista AD del mes de noviembre (foto de Ricardo Labougle).

Mesas castellanas con fiadores de metal.

De la cama, podemos observar como se pasa de la cama gótica apoyada sobre una base de madera abatible a elementos mucho más elaborados como colgadores de tela, doseles de madera y columnas salomónicas (esto último ya a finales del XVII). En la imagen inferior (cedida por Pamela Angus http://pamelaangus.blogspot.com/), una muestra un poco anterior que se puede ver en el castillo de Langeais en Francia.

De cama en cama a través de los siglos.

Después de este paseo por la sección de decoración, sólo nos queda agradecer al colaboración del museo de Artes Decorativas de Madrid, en la cesión de imágenes para este post y para la conferencia de historia del mueble español que dimos en el taller. Si visitáis el catálogo online, podéis acceder a toda la información detallada de las piezas.

Próximamente (adverbio de tiempo que puede indicar mañana o dentro de un par de meses) volveremos a la carga con otro siglo y otro país. Todo indica que nos decantaremos por el mueble en el siglo XVIII en su máximo esplendor: en Francia, bien sûr.

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Otras fuentes: Palacio Nacional de Sintra (cama número 3, imagen camas, bargueño de Salamanca), Nami Interiors, (sillón frailero).

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A la sillita de la reina…

21 jueves Abr 2011

Posted by lachisterademarlene in El mueble en primer plano

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Seguimos con «El mueble en primer plano» y continuamos la historia con «El perro del hortelano» (podéis investigar un poco más en otro post anterior sobre mueble y cine aquí).  Nos centraremos ahora en las dos sillas protagonistas de la función, cuya semántica en el film es bastante suculenta, o al menos, a nosotros nos lo parece.

La silla-trono.

La primera en aparecer es la silla-trono. La silla barroca dorada y mayestática que ensalza los poderes de Diana de Belflor (Emma Suárez), es la base que sustenta su faceta autoritaria, y señorial.

El poder femenino en la comedia nueva de Lope situa al personaje en un estrato diferente al que la mujer real se inscribe en ese momento.Cada vez que Diana aparece sentada en este trono, se convierte en una especie de reina, diosa o ser superior. La luz y el vestuario refuerzan esa visión de poder que tenemos de ella. El resto de personajes siempre se mueven en una altura física inferior cuando ella está en la silla, puesto que para resaltar aún más la excelencia del personaje, se ha colocado de forma elevada sobre unos escalones. Quizás sea esto lo que nos recuerda figuras de vírgenes entronizadas con un aura de pureza extraterrenal inalcanzable. El nombre Diana se asocia también con la mujer virginal en la mitología griega, hecho que refuerza aún más nuestra teoría.

La silla-trono (o sillón) que aparece sea probablemente una licencia de la dirección artística. Puede ser perfectamente una pieza del XVII, italiana, quizás veneciana o napolitana (por algo la acción se desarrolla en Nápoles), aunque no sabemos con exactitud su procedencia ni su datación. El trono es una silla de mayor tamaño que la silla normal, para evidenciar el poder del que se sienta en él y dotarle de cualidades espirituales diferentes y superiores a las de los mortales, simbolizando el poder de Dios en la tierra a través del soberano.

A partir del siglo XVI se enriquece con dorados y materiales ricamente trabajados con toda clase de filigranas. El tapizado también exige a partir de entonces suntuosas telas y brocados. Destacamos algunos ejemplos de tronos míticos, por orden de arriba a abajo y de izquierda a derecha: el trono de Carlomagno en la Capilla Palatina de Aquisgrán, hecho en mármol; el de Iván el Terrible, en marfil; el de Cristina de Suecia, en plata de maciza y el de Christian VI de Dinamarca en el mismo material. Para quien quiera saber un poco más, de asientos reales, os dejamos el link de la exposición en Versalles Trônes en Majesté.

Volviendo al tema que nos ocupa, para mostar otros de los simbolismos de poder de la silla trono, diremos que ningún otro personaje se sienta en ella, es más, cuando se acercan siempre lo hacen a un nivel inferior, como en esta escena, donde Teodoro coquetea con Marcela a los pies de la silla, en un doble gesto de traición: el obvio que vemos y el implícito, por mostrar su amor a otra mujer,  a los pies del trono de su dueña.

La silla de andas.

El personaje de Diana exhibe su lado femenino más débil: inconstancia, nerviosismo y volubilidad. Aquí Lope de Vega deja ceder el personaje fuerte que se describe en un principio y lo torna en un frágil espécimen al gusto de la época, que cumple todos los tópicos femeninos. Diana trae de cabeza un nutrido grupo de sirvientes, para establecer el lugar donde va a sentarse.

Esta silla portátil conocida también como silla de manos, tiene su origen en la lectica or «sella»  romana que se usaba para transportar a los nobles patricios. Derivó con el paso de los años en la silla de manos cubierta (sedán) a partir del siglo XVI y está emparentada con los palanquines orientales. Un ejemplo que se puede ver en directo es la silla de manos de Felipe II en el monasterio del Escorial.

En la película, la silla no tiene uso de transporte. Diana sólo se sienta en ella cuando la silla está el suelo. Debemos indicar que la casa española de la época era austera y disponía de poco mobiliario, por este motivo algunos muebles tenían esta función portátil. Así vemos como la silla se usa tanto en exterior como en interior en diversas localizaciones.

Aprovechando este capítulo, mencionaremos también el saber y el buen gusto de la dirección artística de Felix Murcia combinada con la magistral fotografía de Javier Agirresarobe, en la composición de cada plano. Como muestra, este fotograma donde Las Meninas asoman como referencia.

En breve, os presentaremos la tercera parte de este acercamiento al mueble con “El perro del hortelano», con el bargueño. Orígenes, tipologías y estilos de este peculiar mueble que abarca más de 500 años de historia.

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Asuntos de estrado.

10 jueves Mar 2011

Posted by lachisterademarlene in El mueble en primer plano

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"Lope de Vega", "mueble clásico español", "Pilar Miró", "siglo de oro", barroco, Cervantes, cine, cine y mueble, el perro del hortelano"

Inauguramos una nueva sección que nos apasiona. Baste con eso para transmitir lo que sabemos, aunque algunos interese más y a otros menos. Para que sea una premiere lujosa, hemos elegido el barroco pero para no excedernos, será el siglo XVII español el que nos lleve en el post de hoy, por la historia del mueble  a  través del cine.

El perro del hortelano, de Pilar Miró, 1996.

El film que nos sirve de referencia es “El  perro del hortelano” de Pilar Miró. Un magnífico exponente del cine de época español, con un plus de guión en verso que dejó atónita a la población de este país hace 17 años. Como muestra, nos situaremos en las escenas de interior, centrándonos en un elemento muy peculiar relacionado con el mueble y las costumbres, que aparece dentro de la película: el estrado.

Estrado de la película.

El estrado era lugar de recogimiento y confinamiento de las mujeres. Tiene su origen en la cultura árabe y su filtración al territorio español, deriva de esos 700 años de convivencia (invasión, visita larga, mezcla o cómo gustéis). En la película nos encontramos en 1616 y en esta época todavía se usa, aunque se extingue en el siglo XVIII con  la llegada de los Borbones. Se ve que la corte hija del Rey Sol tenía unas costumbres más sofisticadas.

Les femmes d'Argel dans leur appartament, 1836, Delacroix

Desde el lenguaje puramente fílmico, el estrado nos introduce al retiro forzoso de Marcela (Ana Duato), criada y confidente de la Condesa Diana de Belflor (Emma Suárez). Por una situación desfavorable, Marcela es confinada a los aposentos privados de su señora. La condena: tejer, coser, jugar con los gatos, escribir misivas de amor a Marcelo (Carmelo Gómez) y maquinar. Un reducto femenino sin rejas, pero mejor que Alcatraz.

Marcela confinada en los aposentos de su señora.

El rincón de las mujeres sirve en algunos planos para demostrar, una vez más el poder de Diana de Belflor con respecto a Marcela. En alguna escena vemos como Marcela sentada en el estrado recibe la reprimenda de su señora, lo cual evidencia aún más el grado social del personaje: por un lado sirvienta, por el otro y además, mujer. En otras, simplemente recibe las visitas de otros personajes. Su amante,  a ratos ex-amante, o la de otro criado con el que intenta coquetear. Su retiro no es suficiente para apartarla de la vida en general.

De esta forma vemos, a través de la película, que el estrado, a pesar de ser un lugar exclusivamente femenino, no excluía visitas masculinas.  De hecho era un lugar de recibimiento, además de recogimiento. Eso sí, si lo hombres venían se sentaban fuera de la plataforma en unas sillas destinadas a ese fin, mientras las mujeres les despachaban sentadas a la morisca. Además de lugar de conversación o labor, se dormía la siesta, se comía o se tenían citas amorosas, una mezcla común de actividades para la época en casi todos los países europeos.

Estrado de la Casa Museo de Lope de Vega

Si queréis ver uno en directo, podéis pasar por el Museo de Artes Decorativas o por la casa de Lope de vega, ambos en Madrid.

Museo de la casa de Cervantes en Valladolid

El estrado estaba formado por una tarima cubierta de alfombras y cojines, al estilo árabe. La pared también se cubría con tapices y telas para aislar la humedad y en verano se sustituía la alfombra por esteras. El mobiliario  constaba de pequeños escritorios, mesitas, costureros y cajas. Cervantes menciona en sus obras el estrado, como lugar  confortable,  relacionado con la siesta o como lugar de citas amorosas.

Muebles de estrado

Próximamente, realizaremos la segunda parte de la conferencia «El mueble en primer plano» (el mobiliario como protagonista en el celuloide e historia del mueble),  que tuvo lugar en el Círculo Mullier el mes pasado. Profundizaremos en el asunto del estrado y en todo el mueble español de los siglos XVI y XVII. Si alguien quiere asistir sólo tiene que enviarnos un correo y le informaremos. Y si estáis interesados, os comunicamos que a lo largo de este año habrá más conferencias sobre este tema. Si os gusta el cine de época y la historia del mueble, esta una gran oportunidad para conocer ambas materias mucho mejor.



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