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Si ya el año pasado anunciábamos menos espectáculo, este ARCO 2012 la edición tampoco ha tenido muchos «improvements». En palabras del director de la feria, Carlos Urroz, se ha primado la calidad a la cantidad. De  lo segundo damos fe, de lo primero no nos vamos a poner críticos, puesto que no lo somos. Tan sólo, se trata de ofrecer un pequeño paseo a través de nuestros curiosos ojos, que como ya sabéis, en este tipo de maremagnum, se comportan como gatitos golosos en busca de la mejor sardina. Es decir, si nos llama, vamos y le hacemos la foto de rigor. Pero qué nos llamó, será difícil de explicar. Un color, una composición, una rareza, un chiste, cualquier cosa vale para que el arte se empiece a sentir. Como primer impulso, este cuadro, uno de los pocos exponentes de pintura que se vieron, de la holandesa Iris Van Dongen, del colectivo Kimberly Clark. Empezamos por ella, puesto que Holanda es el país invitado, y de allí esta artista. También porque emanaba un aire mitad prerrafaelista, mitad simbolista que nos puede.

Iris Van Dongen

Por seguir un orden, vamos con más pintura o más bien dibujo, con «Price» de Kirill Chelushkin de la galería Marina Gisich. ¿El motivo? La buena mano y la sublimación del dolor.

"Price" de Kirill Chelushkin.

Del austero grafito al color exuberante de Kehinde Wiley. De padre y madre africanos, afincado en Nueva York, su propuesta étnica al mismo tiempo que clásica, atrae irremediablemente. Conocido por sus homenajes a cuadros clásicos de la historia del arte, en esta ocasión solo traemos un retrato «Kalkidan Mashasha» de la serie  The world stage: Israel. La pose clásica se mantiene en la postura del soldado etiópe de origen judeo-israelista y se añade el marco inspirado en los recortables ceremoniales judíos. No era posible que la mezcla nos pasara inadvertida.

"The world stage: Israel" de Kehinde Wiley.

Por cambiar de técnica, una muestra del hiperrealismo a boli de Juan Francisco Casas. Nada podemos decir de este virtuoso del dibujo. Nos gusta la línea aunque quizás el tema nos deja un poco fríos.

Juan Francisco Casas.

Abandonamos la pintura con técnica mixta de Pep Llambías. Neón y óleo para una rosa roja conceptual. Y con la broma de Rogelio López Cuenca sobre la propiedad intelectual.

Pep Llambías.

"Copyright", de Rogelio López Cuenca.

En la categoría fotográfica/digital la abundancia marea, pero lo dicho, buscamos la luz que nos guíe hacia buen puerto, aunque a otros le pueda parecer un territorio hostil. Y en ese sentido, la obra de Daniel Canogar imantada con luz, acogía curiosos de todos los mares hacia el océano de la destrucción. La obra «Vórtice» hace referencia al  ’gran vórtice de basura del Pacífico’ (The Great Pacific Garbage Vortex). Un inmenso vertedero donde van a parar todos los futuros del planeta, si se continua con esta filosofía de compro-uso-tiro.

"Vórtice" de Daniel Canogar.

Debajo de estas líneas un collage de Rogelio López Cuenca. El boom inmobiliario hace que se lleve las manos a la cabeza el más pintado. Cuando el arte protesta, siempre queda mejor, aunque no sea demasiado efectivo.

"Paradís" de Rogelio López Cuenca.

Seguimos con la fotografía y con la omnipresente Katrin Korfmann. Ya nos gustó el año pasado. Éste no iba a ser menos. El universo visto desde otra perspectiva, nos da cuenta de lo relativo de nuestra posición en este mundo. Una mota de polvo es igual de importante que tú, yo o nosotros.

Katrin Korfmann

Si tuviéramos el cash power de llevarnos algo de la feria a casa, hubiéramos escogido esta foto de Pablo Genovés. Pero, ya estaba vendida. ¡Qué lástima!

Pablo Genovés

"Juicio Final" de Pablo Genovés.

Sí, sí, lo estáis esperando. ¿Dónde está la revolución de ARCO 2012? ¿Dónde está la polémica servida en cámara refrigerada? Aquí está, en la Galería ADN de Barcelona, con la obra de Eugenio Merino «Always Franco». Había tortas para conseguir la foto. Quizás se le pueda tildar de sensacionalista y oportunista, pero a nosotros nos pareció bien, en cuanto a la atracción generada. Este tipo de trabajos le dan vida a la feria y la notoriedad es importante. Luego, si alguien se siente ofendido, no debe olvidar que el arte es libre. Aquí la dejamos para que cada uno piense lo que quiera (pero que todo el mundo se acuerde de Maurizio Cattelan y su Papa derribado por un meteorito, el revuelo se arma fijo cuando arriesgas). Si nos ponemos a dar qué hablar, fijo que lo conseguimos, pero hay que atreverse.

"Always Franco" de Eugenio Merino.

De la misma galería, los discos del pasado de Carlos Aires, tienen el encanto de músicas trasnochadas y convierten los recuerdos en paredes llenas de historia, anécdotas e iconos patrios. Lo mismo, más abajo, con billetes de euro, para todo lo que se puede comprar con dinero.

Serie "Love is in the air" de Carlos Aires.

Carlos Aires.

Para seguir polemizando un rato más, Mateo Mate nos sirve la bandera como ropa de casa. La idea de nación como mantel donde las manchas se hacen fuertes, no deja de evocar todo tipo de asociaciones. ¿Importa la patria?

"Trapos Sucios" de Mateo Mate.

Los árboles flotantes del cubano Jorge Mayet recordaban a un planeta mejor. Tal vez el de El Principito. Con cables, papel, tela y acrílico para recrear la naturaleza y convertirla en material onírico.

"Me desperendo de ti", de Jorge Mayet.

Y de Cuba también, llegan otros sueños, a través de Adrian Melis. Su instalación sobre los deseos de los habitantes de la isla, suspensos en cajas de habanos, daba para reír y para llorar. Una preciosa metáfora de la situación. Mención aparte merece otra de sus obras presentadas «El valor de la ausencia», donde se muestra el absentismo laboral en el régimen castrista. La falta de motivación hace que ir a trabajar o no, sea la misma cosa. La lista de excusas es inifinita y tragicómica.

"Sueños" de Adrian Melis.

"El valor de la ausencia", Adrián Melis.

Aunque parece que hemos perdido el orden, no es cierto. Estamos ya, por el camino de lo difícilmente clasificable, en el que nos encontramos con Javier Calleja y una irreverencia al coleccionista, dentro de su serie de miniaturas jocosas, divertidas o naïve. Que dicho sea, nos recordaban  a las de nuestra amiga Nieves Lopez Nilo o a la obra de Lilliana Porter.

Javier Calleja.

En esta sección -que bien podríamos llamar «Arte se llama plátano es» (por decir algo)- nos tropezamos, casi de forma literal, con la «instalación» de Elmgreen & Dragset. Bebé abandonado delante del número 69. ¿Cuál es el mensaje? ¿Sexo sin amor, niño indebido, «cariño, te has dejado al crío en rellano»? Lo dejamos en el aire, que ahí no pesa.

ELMGREEN & DRAGSET

Fin del recorrido con Marina Alekseeva de la galería Gisich, con sus diaporamas y proyecciones sobre escenas más o menos cotidianas.

"Live Box" de Marina Alekseeva.

Esperando que alguna ceja se haya arqueado o alguna sonrisa haya salido a pasear, os dejamos la última instántanea, de la que no sabemos si es obra de arte o no, puesto que estaba en una de las mesas de los galeristas, dispuesta sin cuidado alguno. Quizás fue esa condición, lo que nos hizo fijarnos en ella y pensar, «¿cómo es que esto no se vende, si mola un montón?». Con las ganas nos quedamos de preguntar.

El planeta del arte.

Hasta la próxima edición y para el próximo post, super-tienda madrileña de objetos originales…y hasta ahí podemos leer.

Saludos!!!

Galería completa en nuestro flickr. Si alguien concoce la página web de los artistas que no tienen link, que nos lo diga (no importa cuándo). Para erratas, ídem.