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Después de la excitación mayúscula del pasado año, esta ronda, nos la hemos tomado más sosegada. No porque tuviéramos tiempo (que para ver bien la maison hacen falta dos pares de piernas y una semana, y es evidente que -al menos lo primero- no lo teníamos), sino porque en esta vuelta se iba buscando lo particular. ¿Dónde se va el ojito derecho? Donde le deja el pie izquierdo y el corazón. A la caza de la tendencia y de la «curiosité». Así fue, que lo primero que entró en el ángulo de visión, fue el «trending topic» de la feria. La etiqueta de moda: #maderanatural.
La marca francesa Blue Nature desbordó imaginación con elementos tomados de la madre tierra y no precisamente de tres en tres. Lámparas, espejos, sofás, chandeliers y todo lo que se pueda imaginar, hecho con troncos y ramas de árbol. El «must» de la temporada haría las delicias del pájaro carpintero y de los más chic-nature.
El ansia por parecer lo más natural posible, tener espíritu de reciclaje y voluntad de salvador de la madre tierra, se notó aquí y allá, en mayor o menor medida. De muestra, cuatro ejemplos. Las raíces de Lys Import y las mesas de Du Bout de Monde.
Para seguir por la vereda de lo más recatado, avanzamos por la siguiente tendencia (ya demasiado instaurada como para llamarla de esta forma): el vintage industrial, acompañado en pequeñas dosis del capítulo anterior. Armarios, sillas, maletas, mesas y un largo etcétera de metal en todas sus variantes: pulido, machacado, deslustrado, oxidado, pintado, bla, bla, bla. No es que nos canse, es que había mucho. Pero todo bien puesto y escogido. Mereció la pena el paseo por One World Interiors, Francisco Segarra e Hindigo.
Para cambiar de rumbo, la vista nos lleva de Feria. O más bien al circo. Dentro del clasicismo que le caracteriza, Andrew Martin optó por alegrar su presencia con un stand de tres pistas. Caballos de tío vivo, máquinas de feria y todo tipo de «freakadas» para aligerar el peso de los chesters. Y nosotros se lo agradecimos.
Muy próximo al anterior por filosofía chesteriana y adoración por la Union Jack, nos encontramos con Timothy Oulton, cuyo espacio rezumaba una mezcla de Retorno a Brideshead y el Club Diógenes. Si te sientes caballero del Imperio Británico, te gusta lo industrial y las maletas con filetes de cuero, saca tu Hackett del armario y pisa fuerte, porque éste es tu lugar.
Para terminar con lo más clásico, dejamos una instantánea de Moissonnier. Nuestra debilidad hacia la customización de los clásicos nos obliga.
Después de tanto formalismo, nos quitamos el traje vintage y nos vamos directos a lo moderno. Es lo bueno que tiene la feria, hay tanta variedad que ningún espíritu queda insatisfecho. Empezamos por el espacio Art’Keting creado por el trendsetter francés François Bernard. Una selección de piezas entre lo más florido del diseño del siglo XX y XXI. Aire nórdicos y complementos de metal (una Tolix que no falte, ¡por Dios!).
Y más «crazy» todavía, el espacio Sweet Freaks, donde entre objetología de Marcel Wanders, Murakami, Hermanos Campana e Ibride, nos hacían los ojos chiribitas, tanto, que a punto estuvimos de comernos una de estas deliciosas velas, pensando que era un cupcake.
Entre las locuras el «Sofa so Good» de Amelie Labarthe y Elisabeth Buecher, con brazos y coletas, la lámpara «Medusa» de Parsy Debons y el aparador Heritage de Boca do lobo.
Sin dejar atrás el humor y las oddities, pasamos por Ibride y sus curiosas mezclas animal-mueble, o como ellos dicen: mobiliario de compañía.
En un entorno mucho más serio, mostramos sólo dos ideas de la abundante moda de lo lineal y contemporáneo. Bornonese Casa debutante con su nueva línea de hogar y un curioso montaje de Deconinck.
En breve (mañana, si es posible), segunda parte de este tour Maison&Objet 2012.