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Empezábamos la primera parte hablando del hombre que le dió nombre a un estilo y seguimos con una de sus «maîtresses» más icónicas. Madame de Pompadour, fue amante carnal del rey durante un breve espacio de tiempo -algo más de 5 años-. Una vez pérdida la pasión de los primeros años, dejó los aposento reales y siguió siendo su gran amiga a lo largo de dos décadas. Fan absoluta del champagne, del chocolate y el arte, su influencia se dejó notar en la decoración rococó de Versalles y otras residencias. Protectora de artistas como Boucher o Nattier, impulsora de la Enciclopedia, artífice junto a su hermano de la Plaza de la Concordia (antigua plaza Luis XV), los logros de esta mujer fueron mucho más allá de las sábanas del rey. Su gusto por los muebles de la época, la convirtió en asidua del ebanista más famoso del momento -Jean François Oeben, que trabajó para ella profusamente- y en la primera abanderada del rococó, primero, y más tarde del estilo de transición al Luis XVI.
20 años de influencia, que además de los logros arriba citados, nos han dejado el Petit Trianon, construido en su honor, aunque no estrenado por ella, las medidas de la copa de champagne perfecta, modelada en uno de sus senos -según dice la leyenda- y la creación de las manufacturas de la porcelana de Sèvres (el clásico rosa de estas piezas se bautizó con su nombre: rosa Pompadour).
Este momento dorado, no sólo aplicado a las refinadas costumbres de la aristocracia y la clase alta, sino a cualquier esquina de la habitación, sienta las bases para la casa actual. Como ya comentábamos en el post anterior, se crean numerosas habitaciones con diferentes usos, como el despacho, la antecámara o el comedor. Si bien, la difusión de estos conceptos tardó en llegar al común de los mortales, más o menos un siglo, cuando ya la burguesía había alcanzado un cómodo estado de estrato social. A pesar de la revolución, el espíritu de confort sobrevivió a las rodantes cabezas de los nobles y se instaló en el alma de los sans-culottes.
El comedor.
Según se cuenta, durante la regencia de Felipe de Orleans (minoría de edad de Luis XV), se introdujo la moda de las «petits soupers», algo así como cenas en petit comité. Luis XV continuó con la costumbre de establecer comidas privadas informales con poco servicio, alrededor de una mesa redonda donde la etiqueta se quedaba en la puerta.
La mesa del comedor siempre estaba vestida y se embellecía con vajillas, cristalerías y candelabros. La orfebrería y la porcelana tendrán mucho que hacer en este sentido y la abundancia de adminículos durante la refacción hace honor al espíritu del siglo. El azucarero, la cuchara de servir, el aceitero, la vinagrera, las salseras y un largo etcétera se inventan en el siglo XVIII, para nuestra «tranquilidad».
El despacho.
Si hay algo indispensable en este film, es la misiva. Todos los personajes protagonistas, se dedican al arte epistolar en un momento u otro y cada uno de ellos tiene su particular espacio dedicado a tal fin. Valmont, luce un bonito despacho al estilo masculino con bureau plat en el medio de la habitación; la marquesa de Merteuil exhibe otro igual, suponemos como licencia de la dirección artística, ya que no era costumbre que las mujeres usaran este elemento, sino otros más pequeños como el bureau en pente; incluso madame de Tourvel nos muestra un original fauteuil bureau de rejilla.
El bureau plat es una mesa rectangular que sirve como escritorio. Durante el rococó, el uso de la marquetería es la norma número uno, así como la fertilidad de bronces y sobredorados en las patas, cajones y perfiles.
A diferencia de estas grandes mesas de escritura, los bureau en pente son de inferior tamaño y tiene una parte elevada con tapa, detrás de la cual se esconden múltiples cajones y apartados. ¿Será que las mujeres tienen más secretos? Tal vez. Pero el caso, es que para las damas, se reservan este tipo de escritorios. En el film, sólo lo apreciamos en el dormitorio de la inocente Cecile de Volanges. Lamentablemente para ella, su bureau en pente, no dispone de compartimento secreto y su madre la sorprende in fraganti con las cartas de Danceny.
Un pequeño inciso en este punto, para profundizar sobre los artesanos de la época. El gremio de ebanistas de París, era uno de los más afamados y poderosos. Firmaban sus muebles igual que los artistas sus obras, con estampillas, garantía de calidad del mueble y supervisaban el proceso de ejecución del mismo. Lo habitual es que el ebanista marcara la línea y después una legión de tapiceros, broncistas, torneros y doradores aportaran sus virtudes.
A Charles Cressent, ebanista de la Regencia, sigue una larga lista de nombres como Antoine Gaudreaux, Pierre II Migeon, Jacques Dubois, los Cresson o los Van Risen Burgh. A mitad de siglo, se inicia una ligera reacción contra la rocalla, pero la línea curva continua al mando. La decoración es más contenida y, de vez en cuando, se permite asomar algún motivo a la griega, anunciando el estilo Luis XVI. El mejor representante del inicio de la transición es Jean-François Oeben (hacia 1720-1763), que será continuado por su alumno Jean-Henri Riesener. Jean-François Oeben fue el ebanista que marcó el momento de transición con sus diseños. Nacido en Aquisgrán, se instaló en París alrededor de 1740. Allí trabajó en el taller de los Boulle (creadores de la marquetería con metal) y posteriormente en solitario. El Garde-meuble Royal, la alta nobleza y los ministros componían su clientela, Madame de Pompadour entre ella. La pieza más famosa de los escritorios del XVIII, el bureau cylindre de Luis XV, es de factura suya, aunque fue acabado por su discípulo, Jean Henri Riesener.
Su origen alemán y al influencia de los ebanistas holandeses le convirtió en un especialista de la marquetería, primero con motivos botánicos y florales y después con elementos geométricos. Las maderas exóticas de Cayena, las Antillas, de palo de rosa o palisandro son las más utilizadas para este tipo de trabajos.
Volviendo al tema de los escritorios dejamos el bureau abattant. Una mezcla de armario y escritorio con puertas hasta el suelo. Una vez abierto, posee una tabla abatible para escribir y múltiples cajones para la correspondencia y el material de escritura.
Para acabar con el inventario del despacho, mostramos el fauteil de bureau. Una pieza extremadamente particular que podría ser denominada como el primer sillón ergonómico de la historia. Este sillón tiene los brazos cortos y las patas dispuestas en forma de rombo, de manera que era posible acercarse a la mesa para escribir.
De camino al dormitorio, nos fijaremos en un par de muebles curiosos y complementarios, el entredós o d’ entre deux y las encoignures o rinconeras. El entredós no es más que un armario bajo que se colocaba entre dos ventanas o vanos de la pared. Refleja un espíritu meramente decorativo igual que la rinconera. A menudo van en parejas, tiene poca profundidad, un amplio zócalo y una o dos puertas frontales en cuyo interior puede contener estanterías.
Las encoignures aparecen durante el reinado de Luis XIV, y su moda se extiende hasta los años cincuenta. Ocultan las esquinas de las estancias, se cierran con una o dos puertas y se alzan sobre dos o tres pies. Pueden hacer juego con la cómoda y suelen ir en parejas.
Por supuesto, no podemos dejar pasar en este itinerario, un mueble de gran peso específico: la cómoda. Parece que fue el ebanista de Luis XIV, André-Charles Boulle el padre del invento, allá por los finales del siglo XVII. Al principio presenta cuatro cajones, las partas cortas y la tapa de mármol. Cuando se consolida el modelo son llamadas commode en tombeau o también commode à la Régence. Suelen estar chapeadas de forma sencilla, decoradas con bronces en serie o dorados al mercurio (técnica de dorado en caliente muy empleada en los muebles franceses del siglo XVIII, que consiste en el empleo de una amalgama de oro en polvo y mercurio, que se aplica en varias capas sobre el bronce después que se ha pulido y cincelado, y que se somete al calor para fijar el oro a la superficie, actuando el mercurio, que se evapora durante el proceso, de mordiente. Fuente: Antiquaria).
Cómoda del periodo Luis XIV, de estilo Boulle. Atribuida a Noël Gérad. Circa 1710. Fuente Art finding.
Durante el período Luis XV, las cómodas alargan sus patas y se reducen los cajones. Todo para ganar en estilización y ligereza. Las marqueterías se enriquecen con motivo florales, se usa el barniz Martin para enriquecer los acabados y la pata galbeada típica del rococó se cubre de bronces sobredorados. Los cajones no presentan travesaño y se ven como una sola pieza.
El dormitorio.
A ser una novela de cama y sol, como decía mi profesora se literatura del instituto, el dormitorio es otro de los escenarios más entretenidos y recurrentes de la película. A lo largo de las dos horas de metraje veremos las escenas de toilette o tocador -ejemplarmente representadas- las idas y venidas de Valmont de una cama otra sin despeinarse y, de paso, una buena selección de camas de varios estilos.
Si tuviéramos que hacer una clasificación de los tipos de cama en este siglo, nos extenderíamos demasiado. Así pues, lo vamos a dejar en una simple enumeración y en algunos detalles de las que salen en la película.
No es por ser pesados, pero una vez más las coincidencias con los aposentos de madame de Pompadour, vuelven a la retina. Incluso la tapicería usada en la habitación y en la antecámara nos recuerda a la casa de la marquesa de Merteuil.
Para terminar, una muestra de biombos. Un elemento exótico que aparece en diversas escenas del film y en varios espacios. En el salón y la antecámara de madame de Merteuil, en la habitación de Cécile de Volanges, en la galería de la casa de la tía de Valmont, etc. El biombo es de origen chino y se introduce en la cultura japonesa que lo desarrolla con interés, hacia el siglo VII. Se usaba para evitar las corrientes de aire. Posteriormente, se introduce en Europa en el siglo XV y alcanza su esplendor durante el siglo XVIII, tan amante de lo superfluo, el misterio y el detalle.
Esperando que hayáis disfrutado de esta exégesis de la casa en el siglo XVIII y de las virtudes del Rococó, os recomendamos el visionado de la película para saborearlo a fondo. Y por supuesto os emplazaremos, a su debido tiempo, para la próxima clase de «El mueble en primer plano».
A bientôt!
mike dijo:
Es increible, realmente increible tu post, es una peli de culto para mi y siempre que la veo descubro cosas nuevas en las diferentes casas en q transcurre, realmente excelentes tus observaciones, te felicito, detallaste todo impecablemente
lachisterademarlene dijo:
Muchas gracias por tus amables comentarios.
Y contentos quedamos de estar a la altura de tu gusto por este film.
Gracias otra vez.
Rocío Barroso Mira dijo:
Estoy estudiando Diseño de Interiores, en concreto en unos dias me examino sobre Estilos Decorativos del Barroco, Rococó y Neoclásico. Bicheando por internet sobre el tema encontré tu articulo y he de decir que está muy completo y las imagenes son una maravilla. No sé hasta donde llegarán tus conocimientos pero estaba indagando sobre un término «sablet» es algún tipo de refuerzo en bronce en la parte inferior de un mueble. En concreto aparece en la descripción de una cómoda estilo Luis XIV, y no termino de entenderlo muy bien…¿Podrias resolverme la duda? Por supuesto me convierto en fan de este blog desde ya. En cualquier caso un beso enorme. Te dejo mi email : rojooscurocasinegro@live.com
lachisterademarlene dijo:
Hola Rocío!
Muchas gracias por tus amables comentarios y por seguirnos.
En cuanto a tu pregunta, hemos estado haciendo una pequeña investigación.
Por el término «sablet» no hemos conseguido encontrar nada. Pero nos parecía que podría referirse al término francés «sable» (arena). Buscando de esa forma, nos aparece en diversas fuentes la técnica «bronze fonte au sable», una técnica tradicional de fundido en moldes de arena de este material. La referencia donde lo encontraste puede referirse a la técnica en la que ese refuerzo estaba hecho.
Esperamos haberte ayudado.
Te dejo algunos links para que lo veas.
http://www.lartpourtous.net/bronzes-2.html
http://es.wikipedia.org/wiki/Fundici%C3%B3n