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En nuestro afán por innovar, nos metemos en berenjenales bastante a menudo. No es que hayamos descubierto América con la transferencia, porque esto ya se hacía desde tiempos inmemoriales. Es sólo que, una vez puestos a ello, hemos encontrado varias y múltiples maneras de hacerlo. La de hoy, costó un poco, pero al final, a pesar de que el resultado no era el que se buscaba, la autora quedó satisfecha.
La transferencia se puede realizar sobre casi cualquier base o material y los resultados pueden variar desde la perfección absoluta hasta la improvisación preparada. La mesilla que veis bajo estas líneas está a medio camino entre una cosa y la otra. El aspecto de «pintado a mano» es una falsa impresión que le viene de lujo al motivo impresionista y realza sutilmente la belleza intrínseca de la pieza. Una mesilla rústica, cuyo lifting ha requerido del consabido lijado y pulido con cera virgen, sube un semitono de color con esta transferencia del Pommier de Pisarro.
En breve, más experimentos. Y si alguien se le ocurre la idea de poner una imagen sobre un mueble, ya sabe dónde estamos.