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Silla City.
Madrid es un pueblo, eso ya lo sabíamos. Pero vale la pena recordarlo, de cuando en vez. Por eso, nada mejor que mezclar las churras con las merinas o una silla baja con las alturas. Por eso, pensé en un pequeño y naïve «skyline» de pueblo urbano y en cómo aplicarlo a la silla de aldea. Realicé varios bocetos con los edificios que me parecían más emblemáticos y los simplifiqué para ajustarme al estilo del mueble. Aunque la silla era blanca de origen, decidí darle un toque rosa, básicamente porque a la dueña le gusta el rosa.
Una vez comenzado el proceso, me dí cuenta de que las patas quedaban algo sosas y decidí simular un aparcamiento, para hacer honor a la vocación topera y castora de los ediles más ilustres de la capital. El avioncito es fruto del horror vacui. La pintura que estoy utilizando es acrílica, y a base de pincel y mucha paciencia parece que va bastante bien.
Madrid, Madrid, Madrid…
Es una producción original de Taller y medio.